
Se ha afirmado erradamente que toda época anterior ha sido mejor y no es cierto por que apenas tenemos un siglo en que se descubrieron los antibióticos; apenas tenemos dos décadas desde que se comenzó a socializar el conocimiento a nivel global.
Las computadoras forman parte de nuestras vidas y ayudan a regular el tráfico aéreo y terrestre; ayudan a prevenir catástrofes naturales y enfermedades. Nos ayudan a cumplir con las labores de trabajo y hogareñas.
Sin embargo, junto con los maravillosos avances de la ciencia y la tecnología; ensuciamos nuestro mundo con desperdicios nucleares y materiales altamente tóxicos.
Las desigualdades sociales nunca fueron tan evidentes.
Destino o no; ha comenzado una nueva época de ajuste global donde se mira normal convivir entre grandes magnates del orbe y millones de mirones en los escaparates.
Asistimos a un franco proceso de deshumanización y sustitución de los valores por relaciones superficiales en las que prevalece el marketing y el manejo de imagen.
Son muy pocos los que pertenecen a ese mundo privilegiado del glamour y el jet set; el resto de personas, millones. Permanecen sumidas en la más brutal pobreza global.
La externalidades negativas son notoriamente globales; el hombre ha aprendido a desafiar la naturaleza y sucumbirá con ella.
A no ser que se decida a retomar en su origen el respeto al ecosistema; a respetar el único planeta que tenemos: La Tierra; servirse de él pero no destruirlo.
Desarrollar conciencia ecológica implica entre otras cosas: no consumir productos que destruyen la naturaleza. Usar productos reciclables o biodegradables.
Usar energía alternativa.
Convertir el mundo en un verdadero paraíso terrenal por que hay suficiente riqueza acumulada en el mundo para erradicar la pobreza.
Las influencias en todos los depredadores humanos son definitivas y viables; que aprendan a apreciar la descomposición social de la que se hacen mérito.
Tenemos el reto de salvar la humanidad; eso nos toca a nosotros y a las futuras generaciones.
Homero.
Las computadoras forman parte de nuestras vidas y ayudan a regular el tráfico aéreo y terrestre; ayudan a prevenir catástrofes naturales y enfermedades. Nos ayudan a cumplir con las labores de trabajo y hogareñas.
Sin embargo, junto con los maravillosos avances de la ciencia y la tecnología; ensuciamos nuestro mundo con desperdicios nucleares y materiales altamente tóxicos.
Las desigualdades sociales nunca fueron tan evidentes.
Destino o no; ha comenzado una nueva época de ajuste global donde se mira normal convivir entre grandes magnates del orbe y millones de mirones en los escaparates.
Asistimos a un franco proceso de deshumanización y sustitución de los valores por relaciones superficiales en las que prevalece el marketing y el manejo de imagen.
Son muy pocos los que pertenecen a ese mundo privilegiado del glamour y el jet set; el resto de personas, millones. Permanecen sumidas en la más brutal pobreza global.
La externalidades negativas son notoriamente globales; el hombre ha aprendido a desafiar la naturaleza y sucumbirá con ella.
A no ser que se decida a retomar en su origen el respeto al ecosistema; a respetar el único planeta que tenemos: La Tierra; servirse de él pero no destruirlo.
Desarrollar conciencia ecológica implica entre otras cosas: no consumir productos que destruyen la naturaleza. Usar productos reciclables o biodegradables.
Usar energía alternativa.
Convertir el mundo en un verdadero paraíso terrenal por que hay suficiente riqueza acumulada en el mundo para erradicar la pobreza.
Las influencias en todos los depredadores humanos son definitivas y viables; que aprendan a apreciar la descomposición social de la que se hacen mérito.
Tenemos el reto de salvar la humanidad; eso nos toca a nosotros y a las futuras generaciones.
Homero.