viernes, 24 de junio de 2016

EL ASOMO.

El niño asomó su cabeza por la ventana. Todos los días hacía eso. Pasaban las personas por la acera frente a su casa y nunca respondía los saludos. Ocasionalmente, unos niños de la vecindad se paraban frente al jardín, abriendo las piernas y saltando en derredor hacían muecas con sus manos, para luego salir corriendo. Un día de tantos ya no salió. La ventana estaba cubierta por una gruesa cortina de tafetán. Años después pasé por el mismo lugar y me encontré un anciano sentado en el umbral de la casa y con justa curiosidad me acerqué a preguntar__ Buenos días señor, ¿Usted sabe de un niño que vivía en esta casa y que solía asomarse por la ventana? El hombre pareció no inmutarse, tenía los dedos de sus manos entrelazados con una delgada cadena.____ Era mi hijo__ respondió__ Era ciego de nacimiento. Me despedí rápidamente y me marché abrumado, uno a veces mira cosas en la vida que no son lo que parece.


Homero.