"La vida es un juego del que nadie puede retirarse, llevándose las
ganancias."
Andre Maurois (Émile Herzog 1885-1967)
Las personas atesoran cosas materiales desde pequeño; marcan su territorio, su propiedad comenzando con sus juguetes. Se les enseña a cuidarlos y guardarlos pero no a compartirlos.
Ese modelo se va reproduciendo y desarrollando a lo largo de los años; se les suma bienes incorporales de valor inestimable; inventos, marcas y patentes, recetas de cocina, trabajos académicos, libros y los famosos "secretos de familia" que tan celosamente se guardan de generación en generación hasta que; alguien se rebela y lo transmite o todos mueren junto con la tradición.
Uno de los problemas en la evolución de la sociedad hasta hace unos pocos años: cuando se comenzó a masificar el uso de la gran web eran los espacios cerrados.
Las clases pudientes son los que estudiaban en nombre de millones de personas que debían sentirse agradecidas con los estudiosos. Por eso, ellos trabajaban y acumulaban capital y los otros trabajaban y morían en la fábricas o en las fabelas.
Se crearon equivalencias injustas; desproporcionadas. Se premió al trabajo intelectual muy por encima del trabajo manual; aun se hace pero a escala universal.
Ahora son un pequeño grupo de naciones ricas de grandes desarrollos tecnológicos, los que se pelean el mercado de naciones pobres con tecnologías obsoletas.
Así por ejemplo, mientras una computadora portátil puede costar menos de un salario para alguien pudiente, cuesta veinte salarios de un trabajador asalariado de mi país. Esas son las equivalencias injustas a las que me estoy refiriendo.
Los científicos sociales hablan de población y desarrollo pero ¿a qué desarrollo nos estamos refiriendo? El desarrollo no se debe medir por la cantidad de electrodomésticos que tienen las personas; debe comenzarse a medir por si tienen acceso a los servicios básicos: salud, educación, vivienda y trabajo digno.
Una propuesta para disminuir la brecha educacional es precisamente el intercambio de información y conocimientos.
La escuela y la universidad debe llegar al campo y a las fabelas; gratuitamente.
Las personas jubiladas podrían ser contratadas nuevamente por Estado para compartir sus experiencias y conocimientos.
Todos podríamos hacer lo mismo; en nuestro barrio, en nuestra comunidad, desde nuestros blogs.
Enseñemos a nuestros hijos a compartir; aprendamos a compartir.
Homero.
ganancias."
Andre Maurois (Émile Herzog 1885-1967)
Las personas atesoran cosas materiales desde pequeño; marcan su territorio, su propiedad comenzando con sus juguetes. Se les enseña a cuidarlos y guardarlos pero no a compartirlos.
Ese modelo se va reproduciendo y desarrollando a lo largo de los años; se les suma bienes incorporales de valor inestimable; inventos, marcas y patentes, recetas de cocina, trabajos académicos, libros y los famosos "secretos de familia" que tan celosamente se guardan de generación en generación hasta que; alguien se rebela y lo transmite o todos mueren junto con la tradición.
Uno de los problemas en la evolución de la sociedad hasta hace unos pocos años: cuando se comenzó a masificar el uso de la gran web eran los espacios cerrados.
Las clases pudientes son los que estudiaban en nombre de millones de personas que debían sentirse agradecidas con los estudiosos. Por eso, ellos trabajaban y acumulaban capital y los otros trabajaban y morían en la fábricas o en las fabelas.
Se crearon equivalencias injustas; desproporcionadas. Se premió al trabajo intelectual muy por encima del trabajo manual; aun se hace pero a escala universal.
Ahora son un pequeño grupo de naciones ricas de grandes desarrollos tecnológicos, los que se pelean el mercado de naciones pobres con tecnologías obsoletas.
Así por ejemplo, mientras una computadora portátil puede costar menos de un salario para alguien pudiente, cuesta veinte salarios de un trabajador asalariado de mi país. Esas son las equivalencias injustas a las que me estoy refiriendo.
Los científicos sociales hablan de población y desarrollo pero ¿a qué desarrollo nos estamos refiriendo? El desarrollo no se debe medir por la cantidad de electrodomésticos que tienen las personas; debe comenzarse a medir por si tienen acceso a los servicios básicos: salud, educación, vivienda y trabajo digno.
Una propuesta para disminuir la brecha educacional es precisamente el intercambio de información y conocimientos.
La escuela y la universidad debe llegar al campo y a las fabelas; gratuitamente.
Las personas jubiladas podrían ser contratadas nuevamente por Estado para compartir sus experiencias y conocimientos.
Todos podríamos hacer lo mismo; en nuestro barrio, en nuestra comunidad, desde nuestros blogs.
Enseñemos a nuestros hijos a compartir; aprendamos a compartir.
Homero.