LA EMBOSCADA
Todo alrededor había quedado en silencio; el olor a pólvora mezclada con carne humana quemada saturaba el ambiente.
Me quedé allí; oyendo el llanto de mi hijo recién nacido oliendo la sonrisa de mi esposa acunando a nuestro hijo cumiche.
Había logrado sacar a Pedro; pisó una mina y se le fue por los aires su pierna izquierda.
"No vaya Teniente; no vaya."
No le hice caso a la tropa, tenía que sacar a mis soldados heridos.
Logré sacar a Timoteo; con las vísceras de fuera sosteniéndolas con su mano derecha ensangrentada para no botarlas.
Pero a Carmelo ya no lo pude sacar; me lo había "echado a tuto" y no calculé bien su peso y caímos en una mina.
Su cuerpo me protegió del impacto y después se me borró todo.
Solo oigo voces, ruidos, gritos.
Olores infernales a sangre y orina en los hospitales.
No se si estoy soñando o estoy en la otra vida.
Desperté muchos días después; no se cuanto tiempo estuve en coma.
¿Y mi pierna derecha? Médico ¿donde está mi pierna?
¿Y mi brazo izquierdo? Enfermera ¿que le hicieron a mi pierna y mi brazo?
Contésteme; es una orden.
¡Oh Dios! No veo bien; solo veo con un ojo; Enfermera, Médico
¿Que pasó con mi ojo izquierdo?
La enfermera solo me quedó mirando con ojos llenos de compasión.
Me eché a llorar como un niño.
¡Mátenme! ¡Mátenme! ¡Médico! ¿Por qué no me dejaron morir?
¿Qué voy a hacer ahora que soy medio hombre?
Habían transcurrido seis meses.
Estuve en el Hospital Militar y nadie me había llegado a visitar de mi familia.
Tuve por compañía una ventana y la luz que se filtraba por ella; de vez en cuando oía algún pajarito cantar por las mañanas; solo eso.
Un día se apareció un General con un grupo de oficiales perfumados y bien vestidos y después de leerme un manifiesto me impusieron la medalla al valor en oro. El grado máximo. Una "Camilo".
Era un Héroe de la Patria.
Al día siguiente me dijeron que me fuera a mi casa; me dieron las gracias y una ayuda económica por parte del ejército por que al ser miliciano reservista voluntario, no tenía derecho a salario alguno.
Me dio risa; me dijeron que firmara un papel y con el lápiz en la mano les puse una "equis" y le dije que así firmaba. Pero no era cierto, me dio pena decirles que nunca había cursado escuela.
Me vistieron de militar, me pusieron mi medalla y me dejaron en la parada de buses que me llevaría hasta cierto punto en la montaña para después coger camino, unas tres horas a pie (antes lo hacía en 45 minutos) para llegar a mi casa.
Un miembro de mi plana me llegó a despedir y me regaló unos anteojos oscuros y me dijo:
"Para que se parezca a Steve McQueen."
Yo no sabía quien era Steve McQueen, después supe que era un actor famoso.
Se miraban bien y me ocultaba el ojo de vidrio que me habían puesto los cubanos.
Por fin había agarrado el bus en el "Mayoreo" que me llevaría a la casa.
(Continuará)
Homero.
6 comentarios:
Espero la continuación.
Un abrazo desde MG
Aqui pasaba a saludarte mi querido amigo, posiblemente si dios quiere visitare tu hermoso pais nuevamente y pronto.
saludos como siempre amigo!
Duro e intenso... pero esperaré la continuación.
Un placer leerte.
SMG: Ya la publiqué enteramente; me gustaría tus comentarios. Un abrazo. H.
Me alegra saber de vos Zopi. Bienvenido a Nicaragua. Un abrazo. H.
Salvador: Es una historia esencialmente real. Menos dura que la propia. Gracias por tus comentarios y seas bienvenido a mi blog. H.
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