
Eran tiempos en que se transitaba en carretas jalada por bueyes o en bestias; para bajar al pueblo;vender una parte de la cosecha,comprar alimentos, ropa y calzado.
Don Rodrigo; estaba aliñando la bestia seguido por los ojos de su hijo Ruperto.
¿Cuando va regresar papa? Preguntó un poco soñoliento Ruperto.
"Yo no voy a ningún lado".___ Le contestó Don Rodrigo.
En este viaje irás vos, hijo. Ya estás grande para hacerte cargo de las cosas de la casa.
Pero papa; yo no entiendo mucho de bestias; la mula va cargada y si después no quiere caminar ¿Qué hago?
Don Rodrigo se acomodó el puro en su boca, mascando y escupiendo un poco de tabaco y le dijo:
"Te subes a una parte alta y comienzas a gritar NECESIDAD NECESIDAD NECESIDAD y ya veras como se resuelve el problema."
Ruperto le volvió a preguntar: ¿Estás seguro Tatá? Sí hijo._ Le volvió a responder Don Rodrigo. Ve con Dios.
Ruperto se le lavó la cara; comió un poco de frijoles en bala con tortilla y apuró un poco de café que había calentado en el fogonero de leña.
Está amaneciendo muchacho; debes apurarte.__ Le dijo Don Rodrigo.
"Me voy papa; ai nos vemos".__ dijo Ruperto mientras se ajustaba el sombrero de pita en la cabeza y se limpiaba las manos en el pantalón de drill que se había comprado en el verano pasado.
Eran pasado las nueve de la noche y se apareció Ruperto por su casa; todo sucio y revolcado.
Don Ródrigo lo esperaba pacientemente, sentado en una pata de gallina; fumándose un puro y con un posillo de cafe humeante.
Las sombras de sus cuerpos danzaban a la luz tenue de un candil de kerosine.
Don Rodrigo se puso a reír y le preguntó:
¿Y que te pasó Ruperto? Parece que te botó la bestia y te arrastró.
"Ay papa; vengo hecho leña".__ Le contestó Ruperto resoplando.
Esta bestia se puso rebelde y no quería caminar. Se sacudió la carga y toda la regó en el camino.
Don Rodrigo siguió riéndose a carcajadas y le preguntó: ¿Y como hiciste hijo?
Pues te hice caso y me subí a un peñasco y comencé a gritar:
¡NECESIDAD¡ ¡NECESIDAD! ¡NECESIDAD! y me cansé de gritar y nunca vino la rejodida NECESIDAD
El papa sin dejar de reírse le preguntó nuevamente: ¿Y qué hiciste entonces?
Pues se me ocurrió arrimar a la bestia a la orilla del peñasco para acomodar nuevamente la carga; la ajusté y seguí mi camino al pueblo; por eso me agarró la tarde.
Pues ya ves hijo; acudió la NECESIDAD a tu llamado.
¿Pero como es eso papa? Si nadie llegó. Yo me fajé solo.
Sí hijo; la necesidad llegó hasta donde vos y resolviste el problema.
La necesidad es la base de todo el conocimiento.
Vení sentate y bebamos un café.
Homero.
(Esta historia me la contó originalmente mi madre quien a su vez se la contó mi abuela y a mi abuela no se quien se la contó pero... ¿Importa eso? Yo lo que hice fue contárselas a mi manera.)