martes, 19 de junio de 2007

MI TIA ABUELA ROSITA Y MI ABUELA YECA...PARTE II

Fuego de leña

Mi abuela y mi tía
crecieron;
se hicieron señoritas.

A disgusto de mi tía Rosita,
quien era 4 años mayor que su hermana;
Mi abuela Yeca
se casó con mi abuelo materno

Era mi abuelo Ricardo
un maestro ebanista empírico
tan bueno con la madera
como con el licor y las mujeres.

En la época que les tocó vivir,
los hombres trabajaban como peones jornaleros
o como obreros en la fábricas
y todo los sábados sin excepción;
el día de pago;
se iban resolver el mundo a las cantinas
y dejaban en los vasos de aguardiente sus salarios.

"LLegados" o llevados a rastra hasta su casa.

Comenzaban a golpear incesantemente a su mujer
y a sus hijos;
por no haber comida caliente en la cocina.

Mi abuelo Ricardo nunca le pegó
a mi abuela Yeca
pero la mala vida que le dió
ya era suficiente.

Nació mi tío Ricardo y nació mi madre
con 7 años de diferencia

¿un descuido?

¿una furtiva pasión
por los buenos años de noviazgo?

No lo se

Sólo mi abuela o mi tía podrían aclararlo.

Mi abuela Yeca
no tardó mucho en dejarlo.

Como en muchas familias pobres
comenzaron a trabajar duro
vendiendo leña, carbón, leche y cuajadas
queso y dulces

Mi tía preparaba con esmero
vinagre extraído del plátano remaduro

Cuenta mi madre
que todo ese trabajo
fue una buena parte para pagarles sus estudios.

A la princesa de la casa
Ella.

La princesa que aprendió a trabajar
con el molino y los libros.

La princesa que conoció a mi padre.

Mi tío Ricardo nunca pudo estudiar
era el hombrecito de la casa
era el burrito de la casa
en todo el sentido de la palabra.

Pero eso es otra historia.

Mi tía Rosibel acostumbraba
a reprenderte o aconsejarte
con refranes.

"No sé y no puedo es la defensa del haragán"

Todo el barrio las quería
le regalaban un bocado de comida
a todo el necesitado que pasaba por su casa;
aunque sea frijolitos con tortilla...

Siempre cocinó con leña
toda la vida
nunca quiso utilizar el gas propano
ni el horno eléctrico
nunca.

Toda su vida vivió en la mas absoluta
modestia
alejada de la vida urbana
en medio de sus plantas y sus animales
de granja.

Nunca compró vasijas ni cristalería
nunca tuvo comedor

Solo una mesa de madera rústica
para todo.

Nunca tuvo un frigorífico
tenía una gran tinaja de barro
en la que siempre había agua fresca.

Cuando tuvimos que trasladarla a mi casa
por razones de enfermedad
se puso triste
como los chocoyitos
pedía siempre que la devolvieramos a su
terreno para morir en paz.

Era como si le hubieramos arrancado de tajo
un trozo de alma...


He aquí su máxima;
su paradigma
su filosofía de la vida:


NADA TENGO, NADA ME FALTA Y TODO ME SOBRA...


Murió de cáncer de colon;
según diagnóstico,
asociado al humo que expide
la leña...


Sí la misma que encendía
en la casa del abogado
cuando era una niña


La pobreza mata...

Te amo Tía Rosita
desde aquí te digo
lo que nunca pude decirte
en tu lecho de muerte...

Homero.

5 comentarios:

Selene dijo...

Hola querido Homero, me parece un post precioso, junto con el anterior. Es como para escribir una novela, ¿te lo has planteado? Qué mujer más interesante, y qué pena que muriera.
Un beso, amigo.

Batsi dijo...

Que bonito post, Homero. Tus letras hablan por ti. Y hoy que ando tan tontorrona (sensiblona) me has arrancado un par de lágrimas. Que bonita era la vida de tu abuela, con toda su modestia y sencillez. Ahora todos vivimos - sobre todo en Europa- con la vida tan apretada, la agenda que revienta, los lujos se han vuelto una necesidad y aún así nunca estamos satisfechos.

Yo también me considero una persona muy modesta en cuanto al materialismo. Me conformo con poco y la gente no entiende porqué yo no ambiciono tener una casa, auto o hacer vacaciones regularmente. Lograr todo eso cuesta estrés, te quita el sueño, te roba la paz y te mete en deudas. No, no quiero eso. Prefiero mi vida modesta en un departamentito que mis amigas y hasta mi hijo critican porque la fachada de afuera es horrible, pero por dentro lo tengo como un paraíso. Cada persona que viene a mi depto. se queda fascinada por la decoración tan sencilla pero el ambiente lleno de paz que reina aquí. Y todo eso lo he logrado con tan poco dinero. Sólo se necesita amor y creatividad.

No sabés cuánto me gustaría tenerte cerca. De verdad, no sabés cuánto...

Un besito muy dulce

Homeronica dijo...

Selene: Gracias por tus palabras. No. En realidad no me he planteado escribir una novela por que no me siento en la capacidad de hacerlo. Me falta bregar mas en esto del oficio de la escritura. Mi madre ha leìdo parte de mis post y se que quisiera conservarlos en papel. Tal vez me decida a hacer una recopilación y publicarlos. Vamos a ver... Mi dos viejitas ya eran ancianas. Estaban muy enfermas. El trabajo infantil les robò la mitad de su vida. Quedaron lesionadas desde muy jòven y ya no se pudieron recuperar. Un beso amiga. H.

Homeronica dijo...

Batsi: Extraño a mis viejitas sabes...Un beso. H.

Ana dijo...

Sabiendo lo que me dijiste me ha recorrido por la piel tu quebrado y se me ha puesto de gallina.
He visto. Conozco esas presencias. Las tuve cerca. Has removido en mí muchos trazos que del tiempo se han pintado en algún rincón de mi memoria.
Hay un refrán que escuché hace dos veranos. El árbol viejo si se transplanta muere.
Me afectó más de lo que creí.
De tal manera que tomé la decisión de dejarlo todo y ser yo quien vaya a la casa de los padres cuando sea dado el momento.
De eso hace un año. Con esto constato la relación que tiene con los cambios que en mi se han hecho manifiestos en este tiempo. Y mis miedos.
Se abrió una ventana a mi reconocimiento. Gracias porque con tu escrito me ayudas a desvelar y quitar telarañas que ofuscan mi alma.
Un beso, Anna ;-)