No me gusta conversar sobre glorias pasadas; el éxito se exagera y te ciega.
No me gusta conversar sobre lo que quise y pudiera y lo que no hice y si fuera; por que es una especulación inútil, sin sentido que aprisiona el zapato en el largo y amplio caminar.
No me gusta escuchar canciones del pasado. Las guardo en mi memoria pero no las oigo.
No quiero que me atrapen con una tela pretérita pegajosa y asfixiante.
No me gusta nada que me ate al recuerdo.
Prefiero vivir en la eterna frescura de la evolución.
Mi barca no lleva ancla y moriré en ella.
Homero.
domingo, 30 de noviembre de 2008
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8 comentarios:
Hola, Homero.
Estoy desde este ángulo.
Me adhiero a lo que has escrito.
Un abrazo.
Anna
A mí tampoco me gusta que me aten los recuerdos pero me gusta recordar.
Muuuuacks!
A mí también me gustan porque hacen que conserves gente que está lejos y te quiere. Pero sí que hay una forma de nostalgia que mata y no es sana.
Un abrazo.
Yo soy adicta a la melancolía y los recuerdos (sí, lamentablemente a los tristes también) pero entiendo lo que querés decir...
Saludosss.
Que tengas muy buena semana!!!
Es bueno rememorar; se aprende mucho o poco, pero lo mejor es que se dejan de repetir errores.
El truco es no relamerse en ello.
Yo prefiero el equilibrio. Me gusta recordar mis propias glorias y elogiarme solo de lo que he hecho y logrado. A veces ignoro más los momentos duros y difíciles, pero son los que me ayudaron a madurar.
Miro y voy de frente. Intento evolucionar todos los días y en todos los sentidos.
Es que no es bueno vivir de recuerdos...
Yo no suelo echar la vista atrás.
Un beso.
Los recuerdos suelen contarnos mentiras...
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