Sudaba como un diablo; todo el cuerpo caliente
agitada la respiración, jadeaba, resoplaba.
Cayó sobre su cuerpo un torrente de delicias
miles de pequeños deseos cristalinos húmedos.
Las manos frotándose en el cuerpo;
el calor que se disipa y se extiende por los suelos...
¡Ahh! ¡Qué rico!
¡Qué maravilla...!
¡Dios!
Se envolvió en la toalla
Manuel
cerró el grifo
y salió de la ducha.
Homero.
1 comentario:
Saludos amigo, buen post muy refrescante, muchas veces el agua es una bendicion.
un abrazo Homero,
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