Cristina era una adolescente especial; formaba parte del coro del Convento de Monjas Carmelitas trabajaba en la pequeña libreria de lugar y daba clases de educación especial para niños con Síndrome de Down.
No era necesariamente un ejemplo a seguir; pero era digno de reconocimiento en estos tiempos de procederes superficiales.
Se había criado con su abuela materna ya que había sido el producto de una relación casual y sus padres no había querido (o no habían podido) asumir su manutención.
Tenía una formación religiosa recatada: las monjas le habían enseñado a usar vestidos con un largo debajo de las rodillas y de escotes cerrados que no dieran lugar a ninguna imaginación pecaminosa; el pelo recogido y cubierto con un pañuelo de tonos oscuros; zapatos cerrados negros de tacones bajos.
No usaba ningún tipo de prenda ni perfumes ni se pintaba los labios.
Era una chica sencilla y sin maquillaje.
Tampoco iba a fiestas ni a las discotecas ni a los cines; no fumaba ni consumía bebidas alcohólicas.
Le pregunté si se sentía bien viviendo su vida de esa manera y me dijo que no conocía otra pero que así se sentía bien.
Como todo joven sentía curiosidad por lo nuevo; recuerdo que le llamó la atención el mp3 que miró encima del escritorio de mi oficina.
Se que le había gustado por que le habían brillado los ojos cuando la dejé manipularlo.
Recuerdo que su sueño era ir a la capital; no conocía la gran ciudad, era una chica de pueblo encerrada voluntariamente en un entorno conservador y desprovisto de cualquier lujo.
No tenía novio ni nunca había tenido relaciones sexuales.
"No me llama la atención"____ Me había dicho con aplomo.
Le pregunté que si quería ser monja y se quedó callada.
Me dijo que quería conocer el mundo.
¿Qué le podía decir? Estaba en su derecho.
Le advertí que el mundo tiene caras infinitas y diversas.
Que uno conoce el mundo que le dan a conocer y que no siempre uno se propone conocer.
Que el mejor mundo que uno puede tener es el que se propone conocer y construir; esforzandose por cumplir sus sueños y metas personales.
No hay opciones buenas o malas en sentido abstracto; solo son opciones que tomas dentro de un Proyecto de Vida que defines.
Darle direccionalidad a tu vida.
Escuchaba atenta con sus grandes ojos negros queriendo abarcar el mundo.
No se en que momento dejé de verla y pasaron los años.
Cierto día me comentó un amigo
¿Te acuerdas de Cristina la chica del convento?
Sí__ le dije, me acuerdo.
"Soltó la perra" (1) comentó.
No le dije nada.
A los pocos días me encontré a Cristina en la calle; no la reconocía estaba obesa con un cherequero colgado en su cuellos, manos y pelo pintado.
Me abrazó con cariño y le pregunté cómo estaba.
Su lenguaje había cambiado ahora hablaba con palabras soeces y mascaba goma sin parar,como rumiante.
Me contó que le hacía a la droga y no había continuado sus estudios.
¿Que andas haciendo por aquí?__ Le pregunté
"Ando paseando con un querido que tengo" ___ Me respondió sin titubeos.
¿Te sentís bien?
Me quedó viendo y solo se puso a reír.
Ya no era una chica adolescente; ya no formaba parte del coro del Convento de Monjas Carmelitas ni trabajaba en la pequeña libreria de lugar ni daba clases de educación especial para niños con Síndrome de Down.
Había conocido el mundo.
Homero.
No era necesariamente un ejemplo a seguir; pero era digno de reconocimiento en estos tiempos de procederes superficiales.
Se había criado con su abuela materna ya que había sido el producto de una relación casual y sus padres no había querido (o no habían podido) asumir su manutención.
Tenía una formación religiosa recatada: las monjas le habían enseñado a usar vestidos con un largo debajo de las rodillas y de escotes cerrados que no dieran lugar a ninguna imaginación pecaminosa; el pelo recogido y cubierto con un pañuelo de tonos oscuros; zapatos cerrados negros de tacones bajos.
No usaba ningún tipo de prenda ni perfumes ni se pintaba los labios.
Era una chica sencilla y sin maquillaje.
Tampoco iba a fiestas ni a las discotecas ni a los cines; no fumaba ni consumía bebidas alcohólicas.
Le pregunté si se sentía bien viviendo su vida de esa manera y me dijo que no conocía otra pero que así se sentía bien.
Como todo joven sentía curiosidad por lo nuevo; recuerdo que le llamó la atención el mp3 que miró encima del escritorio de mi oficina.
Se que le había gustado por que le habían brillado los ojos cuando la dejé manipularlo.
Recuerdo que su sueño era ir a la capital; no conocía la gran ciudad, era una chica de pueblo encerrada voluntariamente en un entorno conservador y desprovisto de cualquier lujo.
No tenía novio ni nunca había tenido relaciones sexuales.
"No me llama la atención"____ Me había dicho con aplomo.
Le pregunté que si quería ser monja y se quedó callada.
Me dijo que quería conocer el mundo.
¿Qué le podía decir? Estaba en su derecho.
Le advertí que el mundo tiene caras infinitas y diversas.
Que uno conoce el mundo que le dan a conocer y que no siempre uno se propone conocer.
Que el mejor mundo que uno puede tener es el que se propone conocer y construir; esforzandose por cumplir sus sueños y metas personales.
No hay opciones buenas o malas en sentido abstracto; solo son opciones que tomas dentro de un Proyecto de Vida que defines.
Darle direccionalidad a tu vida.
Escuchaba atenta con sus grandes ojos negros queriendo abarcar el mundo.
No se en que momento dejé de verla y pasaron los años.
Cierto día me comentó un amigo
¿Te acuerdas de Cristina la chica del convento?
Sí__ le dije, me acuerdo.
"Soltó la perra" (1) comentó.
No le dije nada.
A los pocos días me encontré a Cristina en la calle; no la reconocía estaba obesa con un cherequero colgado en su cuellos, manos y pelo pintado.
Me abrazó con cariño y le pregunté cómo estaba.
Su lenguaje había cambiado ahora hablaba con palabras soeces y mascaba goma sin parar,como rumiante.
Me contó que le hacía a la droga y no había continuado sus estudios.
¿Que andas haciendo por aquí?__ Le pregunté
"Ando paseando con un querido que tengo" ___ Me respondió sin titubeos.
¿Te sentís bien?
Me quedó viendo y solo se puso a reír.
Ya no era una chica adolescente; ya no formaba parte del coro del Convento de Monjas Carmelitas ni trabajaba en la pequeña libreria de lugar ni daba clases de educación especial para niños con Síndrome de Down.
Había conocido el mundo.
Homero.
5 comentarios:
Un cambio demasiado grande.
Me alegra mucho verte de vuelta.
Un beso.
Hola Homero :)
Que lindo que te hayas pasado.
Y realmente no, no deseo abandonar La Coctelera. Solo visito blogs :P
Y si, la de la foto soy yo... Y el muchacho Federico.
Me gusto tu página.
Realmente me impacto el relato.
Un beso y un abrazo.
C. Angeliqe
Me impactó la historia de la chica... dos mundos diferentes... creo que en ninguno encajó bien...
Me gusta tu blog, volveré! y en BE tengo mucho material en tu página...
Un beso.
Hola!!!!que bueno que regresaste, espero todo haya salido bien!!!! creo que desvio muy drasticamente su destino...pero bueno quizo conocer el mundo...pero el equivocado!!!!lastima
Por supuesto no el mejor. Pero nadie tiene derecho a juzgar. A veces los infiernos y los cielos están a la vuelta de la esquina y las circustancias no llevan a una o a otra.
Un abrazo.
Maya
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