Me levanté temprano con la firme decisión de ir al médico.
Tenía que hacerme un examen de sangre y eso me molestaba mas que volver a pagar de nuevo. Nací peleado con las agujas y nunca he estado internado en ningún hospital.
Así que a poner empeño en el asunto.
¡Voy al médico! __ le anuncié a mi secretaria.
Esta me volvió a ver con sus hermosos ojos negros y no pude descifrar si lo hacía en tono de compasión o en espera de alguna orden.
Justo cuando voy a subirme al coche.
Un cobrador que llega a amenazar a uno de mis trabajadores diciéndole que abonara a su cuenta o le quitaba su televisor.
Regañé al trabajador reclamándole el porqué no me había dicho; para hablar con el "chupasangre".
Lo mandé en un taxi a su casa para que no dejara que se llevaran el televisor y que después fuera a la Tienda a arreglar ese asunto.
Enciendo el coche; pongo marcha atrás y me percato que no llevo los anteojos. Apago el coche.
Me está agarrando la tarde.
Me bajo rápidamente y le digo a mi secretaria que me los pase.
Me vuelvo a montar al coche lo enciendo y cuando voy a dar marcha atrás me percato que no llevo la cartera; que no llevo ni un peso donde caer muerto.
"Puta hombre que olvidado que soy" ya me está doliendo la cabeza y no salgo de mi casa todavía.
Apago el coche y me bajo disgustado.
Mi mecánico que estaba en ese momento soldando una verjas en el cerco de mi casa me pregunta: ¿Don Homero se le descompuso el coche?
Lo vuelvo a ver y le respondo entre dientes: No Don Juan el cerebro es el que se me descompuso.
Bueno, entro a mi Oficina; en eso una llamada telefónica.
¡Alooo...! ¡Dígame! Mi voz sonaba imperativa; ya me estaba cabreando por que no había salido de casa todavía. Modulé la voz y le dije a mi secretaria que atendiera la llamada.
Enciendo el coche nuevamente; doy marcha atrás y se me apaga. Está fría la máquina. Lo vuelvo a encender y se me vuelve a apagar.
Unos segundos de paciencia; el coche está frío y yo caliente. Lo enciendo y lo dejo en el mínimo.
Consulto el reloj. Estoy retrasado con mi cita.
Tomo el celular y llamo al Director del Centro Médico y le digo que avise a la médica internista que llego con 10 minutos de retraso.
No hay problema. Para eso son los amigos. Para molestarlos cuando los necesitas.
Llegué a la Clínica con los 10 minutos de retraso. Una enfermera amable me invitó a sentarme en una pequeña sala cómoda con televisor con cable. El chofer del Director del Centro estaba viendo televisión y me ofreció el control del mismo. Hice un gesto de agradecimiento; no quería ver nada que no fuera un buen examen médico que me dijera que no tenía nada.
Entró nuevamente la enfermera y me dijo: Ya lo va a atender la Doctora Don Homero. Bien.
Me gusta esta atención diferenciada.
Salió la Doctora de su consultorio y me invitó a pasar. Era una mujer joven tal vez de unos 30 años.
Le expliqué lo que me pasaba y me mandó a hacer un examen de sangre que no me habían hecho en la otra clínica que había ido. Descuido, descuido...
¿Cuanto tiempo tarda? Le pregunté__ A lo sumo 20 minutos. Me contesta__ ¿Va a esperar?___ Por supuesto___ le contesto___ ¿Me va a esperar usted? Le pregunto viéndola fijamente a los ojos. Consulta su reloj__ Sí me dice.
No había forma que no me esperara. No le di tiempo ni de pensar.
Muchas gracias__ le dije.
Me dirigí al laboratorio del Centro que queda en un edificio cercano; entro y me encuentro con varias enfermeras y personal para médico bromeando entre ellos.
En voz alta pregunto: ¿Quien es el encargado de los exámenes de sangre?
Yo__ me contesta un muchacho vestido informalmente y con una gorra puesta en la cabeza.
¿Usted es? Le pregunto nuevamente.
Sí. Me responde. Vamos, sígame.
Me condujo a otro cuarto que ya conocía perfectamente.
La última vez que estuve por allí me estaba muriendo infectado por una bacteria.
Los mismos olores; hipodérmicas, gasas, agujas, frascos, algodones con sangre. Ya me estaba sintiendo mal.
Veo que el muchacho me va a ligar el brazo y le digo:
¿Ya se lavó las manos?
Me vuelve a ver asombrado y arremeto nuevamente: Digo, por que usted andaba tocando afuera cualquier cosa y está contaminado.
El muchacho dibuja una mueca nerviosa lanza una exclamación y se va a lavar las manos. No tiene opción.
Toma la liga y me la pone en el brazo derecho; no encuentro la vena. Allí está__ le digo. Quiere tomar el brazo izquierdo y le digo que no, que lo ando lastimado por la otra laboratorista de la otra clínica.
Al mismo tiempo; estaba pensando que a lo mejor no era una buena idea haberle dicho que se lavara las manos sobre todo cuando es la persona que me va a canalizar el brazo. Pero qué jodido, si es que se las tiene que lavar.
Repitiendo una frase en español que dicen los gringos le digo: Haga su mejor tiro.
Bueno, el tipo logró canalizar mas o menos bien (me dejó un morado que pintó después); tomó la muestra y le dije: Recuerde que de su trabajo depende mi vida.
Asintió con la cabeza.
Me fui a esperar a la sala donde estaba el televisor con cable a esperar los resultados, mientras me tomaba una taza de café caliente sin azúcar.
A los 30 minutos salió la médica de su consultorio y me preguntó por el examen de laboratorio. No ha salido todavía__ le contesté.
Espéreme un momento me dijo y se fue a traerlo.
Con el exámen en la mano pasamos nuevamente al consultorio y me dijo que tenía el azucar un poco alterada pero dentro de parámetros aceptables.
Me dió una receta y las indicaciones que tenía que darme.
Mi cita médica había llegado a su fin.
Le di las gracias y cerré la puerta;pero me acordé que tenía que decirle algo.
Abrí la puerta y le dije: Mandé a su laboratorista a lavarse las manos; para que sepa que fui yo y usted se lo diga.
La Doctora joven solo se puso a sonreír y asintió con la cabeza.
Esta es otra historia mundana.
Homero.
Tenía que hacerme un examen de sangre y eso me molestaba mas que volver a pagar de nuevo. Nací peleado con las agujas y nunca he estado internado en ningún hospital.
Así que a poner empeño en el asunto.
¡Voy al médico! __ le anuncié a mi secretaria.
Esta me volvió a ver con sus hermosos ojos negros y no pude descifrar si lo hacía en tono de compasión o en espera de alguna orden.
Justo cuando voy a subirme al coche.
Un cobrador que llega a amenazar a uno de mis trabajadores diciéndole que abonara a su cuenta o le quitaba su televisor.
Regañé al trabajador reclamándole el porqué no me había dicho; para hablar con el "chupasangre".
Lo mandé en un taxi a su casa para que no dejara que se llevaran el televisor y que después fuera a la Tienda a arreglar ese asunto.
Enciendo el coche; pongo marcha atrás y me percato que no llevo los anteojos. Apago el coche.
Me está agarrando la tarde.
Me bajo rápidamente y le digo a mi secretaria que me los pase.
Me vuelvo a montar al coche lo enciendo y cuando voy a dar marcha atrás me percato que no llevo la cartera; que no llevo ni un peso donde caer muerto.
"Puta hombre que olvidado que soy" ya me está doliendo la cabeza y no salgo de mi casa todavía.
Apago el coche y me bajo disgustado.
Mi mecánico que estaba en ese momento soldando una verjas en el cerco de mi casa me pregunta: ¿Don Homero se le descompuso el coche?
Lo vuelvo a ver y le respondo entre dientes: No Don Juan el cerebro es el que se me descompuso.
Bueno, entro a mi Oficina; en eso una llamada telefónica.
¡Alooo...! ¡Dígame! Mi voz sonaba imperativa; ya me estaba cabreando por que no había salido de casa todavía. Modulé la voz y le dije a mi secretaria que atendiera la llamada.
Enciendo el coche nuevamente; doy marcha atrás y se me apaga. Está fría la máquina. Lo vuelvo a encender y se me vuelve a apagar.
Unos segundos de paciencia; el coche está frío y yo caliente. Lo enciendo y lo dejo en el mínimo.
Consulto el reloj. Estoy retrasado con mi cita.
Tomo el celular y llamo al Director del Centro Médico y le digo que avise a la médica internista que llego con 10 minutos de retraso.
No hay problema. Para eso son los amigos. Para molestarlos cuando los necesitas.
Llegué a la Clínica con los 10 minutos de retraso. Una enfermera amable me invitó a sentarme en una pequeña sala cómoda con televisor con cable. El chofer del Director del Centro estaba viendo televisión y me ofreció el control del mismo. Hice un gesto de agradecimiento; no quería ver nada que no fuera un buen examen médico que me dijera que no tenía nada.
Entró nuevamente la enfermera y me dijo: Ya lo va a atender la Doctora Don Homero. Bien.
Me gusta esta atención diferenciada.
Salió la Doctora de su consultorio y me invitó a pasar. Era una mujer joven tal vez de unos 30 años.
Le expliqué lo que me pasaba y me mandó a hacer un examen de sangre que no me habían hecho en la otra clínica que había ido. Descuido, descuido...
¿Cuanto tiempo tarda? Le pregunté__ A lo sumo 20 minutos. Me contesta__ ¿Va a esperar?___ Por supuesto___ le contesto___ ¿Me va a esperar usted? Le pregunto viéndola fijamente a los ojos. Consulta su reloj__ Sí me dice.
No había forma que no me esperara. No le di tiempo ni de pensar.
Muchas gracias__ le dije.
Me dirigí al laboratorio del Centro que queda en un edificio cercano; entro y me encuentro con varias enfermeras y personal para médico bromeando entre ellos.
En voz alta pregunto: ¿Quien es el encargado de los exámenes de sangre?
Yo__ me contesta un muchacho vestido informalmente y con una gorra puesta en la cabeza.
¿Usted es? Le pregunto nuevamente.
Sí. Me responde. Vamos, sígame.
Me condujo a otro cuarto que ya conocía perfectamente.
La última vez que estuve por allí me estaba muriendo infectado por una bacteria.
Los mismos olores; hipodérmicas, gasas, agujas, frascos, algodones con sangre. Ya me estaba sintiendo mal.
Veo que el muchacho me va a ligar el brazo y le digo:
¿Ya se lavó las manos?
Me vuelve a ver asombrado y arremeto nuevamente: Digo, por que usted andaba tocando afuera cualquier cosa y está contaminado.
El muchacho dibuja una mueca nerviosa lanza una exclamación y se va a lavar las manos. No tiene opción.
Toma la liga y me la pone en el brazo derecho; no encuentro la vena. Allí está__ le digo. Quiere tomar el brazo izquierdo y le digo que no, que lo ando lastimado por la otra laboratorista de la otra clínica.
Al mismo tiempo; estaba pensando que a lo mejor no era una buena idea haberle dicho que se lavara las manos sobre todo cuando es la persona que me va a canalizar el brazo. Pero qué jodido, si es que se las tiene que lavar.
Repitiendo una frase en español que dicen los gringos le digo: Haga su mejor tiro.
Bueno, el tipo logró canalizar mas o menos bien (me dejó un morado que pintó después); tomó la muestra y le dije: Recuerde que de su trabajo depende mi vida.
Asintió con la cabeza.
Me fui a esperar a la sala donde estaba el televisor con cable a esperar los resultados, mientras me tomaba una taza de café caliente sin azúcar.
A los 30 minutos salió la médica de su consultorio y me preguntó por el examen de laboratorio. No ha salido todavía__ le contesté.
Espéreme un momento me dijo y se fue a traerlo.
Con el exámen en la mano pasamos nuevamente al consultorio y me dijo que tenía el azucar un poco alterada pero dentro de parámetros aceptables.
Me dió una receta y las indicaciones que tenía que darme.
Mi cita médica había llegado a su fin.
Le di las gracias y cerré la puerta;pero me acordé que tenía que decirle algo.
Abrí la puerta y le dije: Mandé a su laboratorista a lavarse las manos; para que sepa que fui yo y usted se lo diga.
La Doctora joven solo se puso a sonreír y asintió con la cabeza.
Esta es otra historia mundana.
Homero.
7 comentarios:
Realmente hay alguien a quién le gusten los análisis de sangre???
No te preocupes Homero que el resto de la humandad está contigo, jijijiji no creo que a nadie le gusten esas agujitas, yo personalmente como tenga el día tonto, es ver una y marearme..
En fin, pero si se tienen que hacer, se hacen que la salud es lo primero..
Besotes
A mi también me dan cien patadas las agujas.
Pero ¡vaya día ajetreado, ¿no?!, como no te calmes te va a dar algo.
(¡Que sólo sea bueno!).
En mi blog tienes una sorpresa para ti.
Un fuerte abrazo.
Yo tengo panico a los hospitales y a los medicos no los visito seguido. Homero, cuidate mucho mucho. Abrazo fuerte a la distancia.
A mí tampoco me "gustaban" las agujas pero por cosas de la vida no se separan de mí, jajaja.... ainsss... que vida.
Besos muuuuacks!
Parece que somos pequeña multitud los que tenemos a pavor a esas cosas,yo solo puedo decirte que solo me hice un análisis de sangre en mi vida,cuando un doctor me manda hacerlo ya puede estar bien seguro que no me vuelve a ver ni a mi ni por supuesto análisis alguno,tengo que agradecer bien es verdad a mi buena fortuna una salud excelente y un puñadito de amigos médicos que se las apañan para arreglar posibles problemillas sin la dichosa prueba.
Un abrazo
No soy yo tampoco amiga de las agujas y menos de los medicos pero si hay que ir pues se va aunque sea a regañadientes. Cuidate amigo un beso
Jajajajaajajja, ya veo que tenemos otro punto en común, te gustan tanto las visitas médicas como a mí (que ni voy siquiera).
Ya pasó, Homero. Ea, ea...
Beso.
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